martes, 27 de enero de 2009

OBAMA

Si es que hasta el nombre es sugerente: Obama. Si hace unos años nos hubiésemos propuesto imaginar una trama novelesca en la cual un lobbie tan poderoso como oculto se encargase de diseñar ad hoc un candidato presidencial para la Casa Blanca al que situar al frente de USA, probablemente no nos habría salido tan ideal como Obama.
Negro, un símbolo de la superación del racismo histórico americano; jóven, símbolo de la fuerza y la vitalidad de la juventud; demócrata, símbolo de la concordia y del apoyo a las políticas sociales; de expediente académico brillante, símbolo de que su curriculum le avala irrefutablemente; casado con una mujer alta y guapa y con dos hijas, símbolo de lo que más gusta por aquellos lares: la importancia del modelo tradicional de familia. Todo es perfecto.
Obama se nos ha metido por los oídos, por los ojos, por la boca, por los poros. Ha ocupado periódicos, telediarios, ondas, bits. Ha rellenado comidas, cenas, ratos de cafetería, de bar de copas, … Lo conocen jóvenes, viejos, medianos, blancos, negros, amarillos, rojos y azules. Obama es. Y ya está. Nadie en su sano juicio puede criticar a Obama. Porque no hay manera de hacerlo. Ni es malo, ni es tonto, ni es feo, ni es bajo, ni es gordo, ni es calvo, ni es… nada que permita meterle mano. Obama es perfecto.
Ahora Obama ya es presidente. Por la gloria de Dios. Ahora ha de dirigir el mundo. Y cambiarlo. Cerrar Guantánamo y traerse a la gente de Irak, sus primeras medidas. ¿Las siguientes? De momento a Afganistán ha mandado más tropas. Bueno, seguro que es para causas humanitarias. Obama nunca permitiría que un marine pegase un tiro ni a una botella. Es Obama, no lo olvidemos.
Obama hereda una delicadísima situación económica: el sistema financiero al borde del colapso y varios sectores punteros yanquies cayendo a plomo por ambas costas: financiero, automovilístico, farmacéutico, tecnológico, inmobiliario, etc. Hereda un mar de fondo que, lejos de poder calmarse por sí mismo, ya no tiene marcha atrás y necesita un reforma urgente antes de desbordarse y generar problemas sociales serios: las archiconocidas (por inexistentes) ayudas sociales norteamiericanas: seguro por desempleo, sanidad pública y demás. Hereda una inquietante mala imagen exterior que en algunos países se convierte en hostilidad más allá del recelo (Afganistán, Palestina, Irak, Iran, Siria, Rusia, Cuba, Venezuela, Bolivia, Ecuador, etc.) que supuestamente va a cambiar. Hereda compromisos medioambientales como el cumplimiento de los acuerdos del protocolo de Kyoto y de remodelado del motor energético norteamericano, fuertemente dependiente de combustibles fósiles hasta la fecha.
Mucha carrera para quién sabe qué caballo. Y claro, puestos a ser malos, uno se pregunta en qué posición quedan los poderes fácticos que tantas idas y venidas han tenido y tanto han dado que hablar desde que se fundó USA: desde la mafia hasta los grandes lobbies judíos, pasando por las grandes fortunas petroleras, armamentísticas, farmacéuticas, automovilísticas, etc. Demasiados padrinos para un solo apadrinado. Porque Obama rompe con todos los vicios que han dirigido y condenado a todos los presidentes de aquel país. Y claro, desde hoy, Obama condenará toda violación de los derechos humanos que se produzca en cualquier lugar del mundo, empezando por Palestina, Obama fortalecerá los lazos de unión con aquellos países con los que últimamente ha habido algún conflicto geopolítico, como Venezuela, Ecuador o Cuba. Obama extinguirá el carácter belicoso que durante tantos años ha caracterizado a USA, minimizando hasta límites insospechados la producción armamentística norteamericana. Obama refundará el aparato de control financiero para evitar futuros batacazos del calibre de Lehman Brothers o Madoff. Etc.
Obama ha llegado. Y no defraudará a nadie. Porque ha aparecido El Presidente. Hará historia. Y empequeñecerá a todos sus antecesores. Y el Padrenuestro que se rezará en el resto del mundo empezará con un “Obama nuestro que estás en Estados Unidos, …”. Un nuevo mundo ha comenzado. ¿O no?

miércoles, 21 de enero de 2009

Profetas de medio pelo

Si hay una cosa que no me gusta ser, es catastrofista. Sí realista, pero nunca asesino sin escrúpulos que disfruta viendo escurrir la sangre de sus víctimas. Hoy me despierto leyendo un artículo en el que, bajo la excusa de una profecía de Nouriel Roubini (que me digan dónde se obtiene el título de profeta), se vaticina una crisis bancaria sistémica generalizada a ambos lados del atlántico. Independientemente del trasfondo de la noticia, me preocupa el color de la caja de galletas. No se si a alguno le voy a abrir los ojos o si se los voy a poner morados, pero de cualquier manera abogo porque todo el mundo sepa que los bancos no tienen todo el dinero que sus clientes han depositado en ellos. Bien. Alguno me dirá: “Menudo genio, ¿te enteras ahora?. Los bancos sólo cuentan con una pequeña parte de capital que se les obliga por ley y …”. No, que no. Que no me refiero a eso. Digo que si mañana todos los clientes de todos los bancos del mundo piden a sus bancos retirar todo su dinero en dos, tres, cinco, o veinticinco días, ningún banco podría hacer frente a todas las peticiones.
¿Qué significa esto? Pues más o menos que por unas u otras razones, una parte del dinero que inocentemente hemos dejado en manos de los bancos/cajas de ahorro se ha volatilizado y posiblemente nunca volverá a aparecer. El concepto tradicional de banco, el de las películas del oeste, donde los mismos billetes que una señora guardaba el lunes por la mañana permanecían en la caja fuerte el viernes por la tarde, ha desaparecido. La ingeniería financiera ha infectado el modus operandi del aparato financiero a nivel mundial, y donde antes se trataba de salvaguardar los ahorros de los clientes obteniendo algún beneficio por los mismos (a espaldas de los clientes, claro), pero siempre asegurando poder devolver todo lo recibido de los clientes, ahora nos encontramos con que los bancos han perdido una gran parte (Dios sabe cómo) de lo que sus clientes les confiaron. Bueno, Dios no lo sabe. Las sucesivas burbujas tecnológicas, inmobiliarias, petrolíferas, etc. han hecho salir pasta a borbotones (a modo de créditos) de las entidades financieras y han dejado como regalo activos dramáticamente depreciados y sin capitalización posible a corto.
Claro, ahora uno se ríe de que al Santander le “enladrille” Martinsa-Fadesa, sin tener en cuenta que como los clientes de dicho banco sepan el socavón contable que el de Trigueros del Valle les ha abierto en sus cuentas, les van a temblar las canillas pero bien.
Pero volviendo al principio. Una vez que sabemos que vivimos engañados en una estafa piramidal brutal, creo que lo más conveniente es seguir como estamos y dejar que sean las autoridades oportunas las que aprieten las tuercas a las entidades financieras para que arreglen el desaguisado, o por lo menos para que ninguno de ellos haga empezar a hacer caer las piezas del dominó. Este tipo de noticias en la prensa sobran, y hay que ser muy mala persona, muy suicida o símplemente ser un retrasado o un inconsciente como para tratar este tema, y menos hacer eco de las palabras de este vidente de garrafón que sólo aspira a hacer rico a base de hablar de lo que, aun sabiéndolo todos, nadie hemos de comentar. Por favor, ¿por qué no se callan?.

lunes, 19 de enero de 2009

El erial ibérico

Por más que me intento autoconvencer, tarde o temprano termino hablando de economía con insistencia. Quizá porque me apasiona, quizá porque soy la reencarnación de algún judío, o quién sabe por qué, pero el caso es que de una u otra manera la economía me termina atrapando y colonizando todo el espacio que utilizo en mi cabeza para almacenar los borradores de posts que luego vomito en la red.
Sin ir más lejos, hoy, no se si encima, debajo o quien sabe dónde respecto a la crisis económica que vivimos, aparece la rebaja de rating de Standard & Poor’s al Estado español. Bueno, imagino que para los lectores no muy puestos en estas lides esto les sonará a chino.
A ver, para que todos nos entendamos: quien más quien menos, todos sabemos lo que es la deuda pública (letras del tesoros, bonos del Estado, etc.) bien porque lo conocemos de oidas o porque en algún momento hemos adquirido estos productos financieros. Son, en resumen, una manera sencilla que utilizan los Estados para conseguir dinero: tu, por ejemplo, al comprar Letras del Tesoro de España, le estás prestando dinero al gobierno español para que acometa gastos, con el compromiso de que en un futuro, pactado al comprar dichas Letras, el Gobierno de España te va a devolver lo que le prestaste más los intereses, también pactados en la compra. Todo esto sin riesgo alguno, puesto que es el Tesoro Público de España el que te garantiza que te devolverá la pasta.
Bien. En este punto es donde está el tema en cuestión. ¿En virtud de qué tu te has de creer que el Estado español, al vencer el plazo pactado para la devolución de tu pasta va a, efectivamente, devolvértela? Pues hombre, porque mi abuelo siempre decía que lo único seguro son las Letras del Tesoro. O mejor dicho, porque el único motivo por el que las Letras que compraste fallasen sería porque el Estado español quebrase. Imposible.
Bueno, pues esa utopía de que el Estado español quiebre es un hecho que las agencias de rating (S&P, Moody’s, etc.) están poniendo encima de la mesa por primera vez desde que tengo uso de razón. Y es algo muy grave. No ya por el hecho de que lo digan estos pollos, que daban la mejor valoración a Lehmann Brothers meses antes de su quibra, sino porque por desgracia, la valoración de estas agencias es tenida en cuenta en infinidad de aspectos relacionados con la economía nacional e incluso mundial, y de una u otra manera, nos terminarán por afectar.
Sin entrar en tecnicismos: que nos rebajen el rating los de S&P es como decir a todo inversor privado o institucional del planeta: “cuidado con España, que algo no va bien, y si tienes interés en invertir un dólar (o un euro, o un yen, .etc.) en dicho país, ya sea vía deuda pública (Letras del Tesoro o similar) acciones de empresas o símplemente abriendo un kiosko en una calle de Algeciras, el riesgo de que tu inversión se pueda ir apique es hoy mayor de lo que lo era ayer”. Ups. Creo que con este ejemplo ya he dicho bastante. No sólo ya para los que tengan adquirida deuda pública (o estén pensando adquirirla) sino para quienes trabajen en multinacionales no españolas con sede en España, o incluso para los empresarios españoles con empresas en España.
En resumen, que desde fuera están viendo algo que hace que España huela mal. Aquí, ya se sabe, entre terrorismo, paro, etc. parece que el añadir crisis a los términos que componen las preocupaciones de los españolitos de a pié tampoco nos va a cambiar radicalmente la vida. Sin embargo es el que sean “extranjeros” los que nos dicen que hay algo podrido en nuestra despensa lo que hace el tema preocupante.
Y hombre, teniendo en cuenta la escasa (casi nula) industria española, la nula inversión en I+D, más la dependencia energética del exterior, etc. etc etc. hacen que, siendo realistas, España no es más que un erial lleno de funcionarios, parados, jubilados y empleados de empresas a la deriva y sin capacidad real de maniobra, puesto que no son competitivas.
No se qué más poner en este post. Lo veo todo tan mal que igual es casi mejor dejarlo así. Si no me liaría a entrar en detalles chungos que pondrían los pelos de punta a cualquiera. Sí, mejor. En una segunda parte, quizá mejor.