miércoles, 10 de diciembre de 2008

El primer día

Hoy me he fijado que una chica que se sienta cerca, está en su primer día de trabajo. Con sólo un vistazo he recordado un montón de cosas. Se la ve contenta, a la vez que algo agobiada, y un poco asustada. Imagino que hoy, todo lo que la pasa por la cabeza, es hacerlo todo bien para que quién confió en ella confirme el acierto en su fichaje. Mesa ordenada, perfectamente arreglada y peinada, atenta con todo el mundo, …
Imagino que, quién más quien menos, todos hemos pasado por nuestro primer día en el trabajo, y sabemos lo que se siente. Nervios, ilusión, algo de agobio, impaciencia, deseo de hacer mucho más de lo que se nos pide, … Es una sensación tan estresante como revitalizante. El sentirse útil es una sensación incomparable. El saber que confían en uno, bien en su talento o en su experiencia, es un sentimiento explosivo.
Aun recuerdo cuando empecé a trabajar, es que estaba igual que esta chica. Por la cabeza galopaba la imagen de mis padres, mis amigos, familiares, etc. que etarían orgullosos de verme moverme en el entorno laboral, más allá de los estudios. Sabía que hiciese lo que hiciese, estarían orgullosos de mí. Todo preparado, la ropa, impoluta, los zapatos, brillantes, la mente, abierta a cualquier sugerencia, la amabilidad, por bandera. Que recuerdos…
Supongo que el paso del tiempo y la rutina borraron el encanto del primer día. Pero eso no importa. Cada día sigue siendo para mí un primer día. Sé que muchos sentimientos me acompañan cada día esté donde esté, y que nunca me dejarán caer. Esté donde esté.

martes, 9 de diciembre de 2008

Sorpresa, sorpresa

Buceando por el universo de los medios de comunicación nacionales, y como furibundo defensor del medio radiofónico como el más puro de los mecanismos de comunicación, me veo obligado, o más bien empujado, a dedicar algunas líneas de mi blog a uno de los más esperpénticos trolls de las ondas hertzianas: Isabel Gemio.
Desde mi más tierna infancia he estado pegado a una radio. Mucho mejor que la televisión, que los periódicos, que internet o que cualquier otro medio a través del cual se pueda informar, la radio me ha acompañado en buenos y malos momentos a lo largo de mi vida: de noche y de día. Desde programas deportivos hasta de economía, musicales, de actualidad, de salud, … no se, de todo. He escuchado (o a veces sufrido) a personajes de todos los pelajes: de Encarna Sánchez a Luján Argüelles pasando por Javier Sardá, Luis del Olmo, Carlos Herrera, Iñaki Gabilondo, María Terea Cámpos, Alfonso Arús, … comentaristas de todos los sabores y todos los colores. Pero, nunca, en tantos años enganchado a esta tan sana droga, me he encontrado a un ser tan terrible como la Gemio.
Sin entrar en detalles con los que establecer un contexto propio para realizar una correcta comparación con otros trolls radiofónicos, he de decir que desde hace unos cuantos meses, las mañanas de los sábados y domingos he tenido la desgracia de animármelas con el hedor sonoro provocado tan ruín personaje. Su prepotencia, su soberbia, su ignorancia, su falta de cultura, su egocentrismo o su cinismo han convertido lo que debería ser un amable espacio matutino en unas jornadas en las que la gente lo único que no quiere es que le envenenen el café con leche y las tostadas, en una especie de vodevil cabaretesco para gracia de la Gemio, única protagonista, por obra de Dios en persona, en el cual igual se charla con un escritor pata negra, que se defiende a muerte al inefable Ramoncín. Igual se condena el maltrato a un animal, que se maltrata vilmente la opinión de personas intelectual y culturalmente a años luz de la dueña del esperpento radiofónico, como ocurrió con Enrique Dans, para disgusto y vergüenza de uno mismo. Igual se defiende a capa y espada la búsqueda de la verdad y la objetividad en la profesión de informador, que se hace campaña para salvar de las garras de la justicia a personas condenadas por tráfico de drogas que a ciencia cierta son inocentes, ya que la propia Gemio, investigadora de relumbrón, mente privilegiada donde las haya, ha dictado sentencia y así han de serlo.
Y así podríamos seguir hasta volvernos locos o quedarnos secos de tanto llorar. Un despropósito. Una desgracia. Este personaje, que históricamente se ha dedicado a hacer caja a base de ruido de lágrimas ajenas, que tan pronto martilleaba el alma de personas desesperadas por el dolor con preguntas sangrantes, como restregaba el micrófono contra los carrillos humedecidos por el llanto de familias rotas, se corona como reina de los desprotegidos, como defensora de las causas perdidas, y veo que ahora se dedica a hacer otro tipo de caja, en este caso, de la manera más cínica que jamás haya visto, mediante una fundación que recauda fondos para investigar enfermedades raras, casualmente, una de las cuales he oído que sufre su hijo. Si bien para nada critico el hecho, sino más bien todo lo contrario, sí me da vergüenza ajena, o mejor dicho asco, que sea esta persona la que lo haga. Porque lo que sí tengo claro es que si no sufriese en sus propias carnes dicha condena, otro gallo les cantaría a los pobres niños enfermos. Por la gracia de Dios. O de la Gemio.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Fernando Alonso el indeseable

Como contrapartida al post anterior, me veo obligado a hablar de Fernando Alonso, o alonsito, como yo le llamo. Una vez más, éste es un ejemplo que hace que mi hermano y yo choquemos agriamente. Pero en este caso al revés que con Nadal. Sin entrar en discusiones técnicas que ni me interesan ni quiero que lo hagan, detesto a este tío. Para mí representa el paradigma de deportista despreciable, aquel que mientras no es nadie llora y cuando es alguien olvida los lloros, aquel que se considera superior por el hecho de… ser efímeramente el mejor en lo que hace, aquel que perdona la vida de los periodistas y aficionados a quienes considera una rémoras en su carrera deportiva. No se, habría tantas formas de definir a este tipo de deportistas…
Pero no detesto a este tipo por capricho. No. Es que casi cada cosa que hace me hace detestarle más. Desde el contínuo desprecio que hace de toda la gente que, quiera o no, le ha hecho llegar a donde está, hasta pilotos, mecánicos, periodistas, etc. que parece que más que ayudarle, le estorban. Y es que alonsito ya no se quiere acordar de que si no hubiese sido por la inestimable ayuda de Adrián Campos, quién le consiguió la primera prueba con un F1 (Minardi), probablemente hoy día todavía se estaría dejando los cuernos en campeonatos de regional, y trabajando de mecánico o albañil, ni de la Comunidad Valenciana, ni de Genis Marco, ni de tanta gente que se la jugó con él, en muchos casos a fondo perdido.
Pero él es Fernando Alonso, el hombre hecho a sí mismo, quien no fue ayudado por nadie y por lo tanto quien no debe agradecer nada a nadie.
Por otro lado está su actitud como piloto. Despreciable. El nunca fracasa en una carrera. Unas veces los mecánicos son los culpables. Otras veces son los jueces. Otras los otros pilotos. Pero cuando gana, gana él. Muy bien. Aun recuerdo los palos que se llevaban Trulli o Fisichella cuando eran sus compañeros en Renault, las muestras de desprecio contínuo que siempre tuvo con Michael Schumacher, Ralph Schumacher, Massa, Hamilton, o el especialmente doloroso desprecio que le hizo a Piquet cuando éste consiguió en Alemania el primer podio para Renault y a Alonso sólo se le ocurre decir que el resultado es accidental y que podría haber ganado cualquiera. Ahora, que también mal por Nelsinho por no haberle partido los dientes al alonsito con la botella de champagne.
Y así podríamos seguir hasta el infinito. Este pseudodeportista, esta garrapata de los circuitos, no se merece otra cosa más que quedarse como está ahora, medio olvidado, en una escudería que se ha esforzado en darle todo a costa de acabar con los mecánicos y resto de pilotos quemados por la actitud del asturianin. Dicen que para el 2009 Renault tendrá un buen coche, para volver a ser campeón. Yo espero que no. Que vuelva a ganar Hamilton. Porque por encima de los resultados, quienes amamos el deporte nos quedamos con los deportistas. Y un gran deportista no es sólo el que es grande en su deporte, sino el que también es grande como persona.

martes, 2 de diciembre de 2008

Nadal vs. Federer

Me considero un nadalista profundo. Un admirador de los de boca desencajada y corazón acelerado cada vez que el de Manacor se juega un “banana-shot” para evitar una bola de break en contra. Le admiro un montón. Más bien le idolatro. Quizá esto hace que discuta permanentemente con mi hermano sobre si Nadal es mejor o peor que Federer. Para mí, desde luego, no hay duda. Nadal es el mejor jugador del mundo hoy día. Y será el mejor jugador de la historia. Por físico, por ambición, por precocidad, por capacidad de sacrificio, por su técnica, por su capacidad de aprendizaje y mejora contínuas, … podría seguir así hasta aburrirme.
No niego que Federer es un muy buen jugador. Sin duda alguna un tío que se tira cinco años seguidos como nº1 del mundo y que está a 1 grand slam de Sampras tiene que ser muy bueno. Nos ha fastidiado. Pero en esas cifras hay cosas que decir: la primera, que durante estos cincos años de reinado, no ha habido ni un solo tenista medio decente que poder echarse a la boca. Vamos, a ver si ahora los Gaudio, Kuerten, Ferrero, Roddick, Hewitt, Henman (por Dios, qué ha sido de este tío?), Philippoussis, … han sido obstáculo suficiente como para desbancarle del podio. Obviamente, no. Vale, es cierto que Federer se cepilló a Agassi en la final del US Open del 2005, pero también hay que decir que entonces, Agassi tenía 35 castañas bien cumplidas, y que como gran damnificado por el huracán Sampras, no se resignaba a retirarse sin subir algún peldaño más en su también genial carrera (cuidadín: 8 grand slam y JJOO de guinda). Y claro, a esas edades es fácil convertirse en presa fácil.
Una vez desaparecidos del circuito los (hasta la llegada de Nadal) más grandes de la raqueta (Sampras y Agassi), vía libre para Federer. Con ya casi 22 añitos se encontró sólo en el circuito (a esta edad Nadal ya llevaba 4 grand slam, con el suizo de “rey”), rodeado de burros viejos, jóvenes promesas y promesas viejas. Y claro, un montón de títulos por ganar. Así que año a año, se dedicó a acumular títulos como el que colecciona cromos repetidos, sin interés alguno por parte de los aficionados ni casi suyo. Y es que el amigo Federer si hay algo que le caracteriza, es que es una vara como tenista. Aburre a las ovejas. Su técnica, tan alabada por sus seguidores, si bien existe, ha convertido sus raquetazos en una especie de nana repetitiva y somnolienta que ni levanta pasiones entre los que vibramos con este deporte, ni Dios que lo crió. Y encima es de esos tenistas que me hincha las narices solucionando momentos complicados con martillazos en el servicio.
Eso sí, los días de gloria del “Expreso suizo” creo que han acabado. El 2008 se ha caracterizado por la explosión de una pléyade de talentos como hacía tiempo no se veía. Los Tsonga, Simón, Gulbis, Murray, junto a Djokovic y por supuesto Nadal, se me antojan mucha competencia para Federer, que este año ha vuelto a hacer valer su hegemonía en Flushing Meadows, por último año, estoy seguro. Ya este año Wimbledon se le torció (se veía venir, tras las dos primeras finales que le ganó a Nadal, la primera en cuatro sets y la segunda en cinco y pidiendo la hora), así como Australia, torneo especialmente curioso por lo abierto de su pronóstico. Y por supuesto en París no tiene nada que hacer mientras Nadal no quiera. Así que me atrevo a decir que el año que viene, y dependiendo, claro, de las lesiones y la evolución de cada tenista, Nadal volverá a ganar en París y probablemente en Wimbledon. El US Open, dependiendo del calendario, podría ser también para Nadal o para Murray, y para Australia apuesto por uno de los jóvenes cachorros. Quizá apuesto también por Murray. Lo siento por Djokovic, pero entre que no me cae del todo bien y que la presión por que se le pase el arroz sin terminar de explotar le puede pasar factura, creo que va a quedarse en otra de tantas eternas promesas.
A Nadal le queda mucho por ganar, pero también es cierto que con 22 añitos, le queda mucho por correr. Los federistas se escudan en que si las lesiones, que si tendrá una carrera deportiva corta, … que si la abuela fuma. Año a año Nadal ha ido derribando mitos que intentaban frenar lo irrefrenable: que es el mejor. Lo de que si era un tenísta sólo valido para tierra ya cayó en Wimbledon. Lo de la carrera deportiva corta… ya veremos. Yo, por ahora, no conozco muchos megacracks del deporte que con 23 años estén para el tiro de gracia. Y Nadal no va a ser uno de ellos. De hecho, el que sí lo está es Federer, con 27.
El tenis de Nadal es de corazón; de riñón. Las bolas se ganan. Todas. Se combina la técnica con la agresividad. Siempre al ataque. Y sobre todo con la cabeza siempre controlada. No se pierde ni un solo punto por falta de concentración. Esa es la clave. A Nadal se le gana por ser mejor, no por estar más concentrado. Y esa es una gran diferencia respecto a los demás. Hoy día entre los grandes deportistas, la actitud es más importante que la aptitud. Y ahí Nadal es también el rey. A Nadal le envejecerán las piernas, como a todos, pero no la cabeza. Y es ahí donde marcará la diferencia. Cuando todos se cansen física y mentalmente, a él sólo las piernas le podrán flaquear. Pero la cabeza seguirá intacta. Y eso es demasiada ventaja.
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3/2/2009
Como puntualización a este post, y una vez terminado el Open de Australia 2009, he de decir que Nadal no deja de sorprenderme. Australia, casi la segunda vivienda de Federer, ha sido devastada por el huracán Nadal. Alucino. La verdad es que no contaba con que ganase este torneo; de hecho siempre pensé que serían Murray o Djokovic quienes se lo llevasen, pero no Nadal. De cualquier manera, he de decir que más allá del resultado deportivo, me quedo con las lágrimas de Federer en la entrega de trofeos. Esas lágrimas que tanto se han bendecido por (por supuesto) los federistas, no son más que un reflejo de la rabia, soberbia y vanidad de un deportista que nunca ha sabido perder, que cuando los resultados deportivos le han acompañado le han permitido mostrar su imagen más caballeresca, pero que si no fuese por las cámaras, probablemente le habría sacudido en la cresta a Nadal con la bandeja de segundo clasificado en el Open.
Y es que no se olvidan aquellos tiempos en los que Federer voceaba como un trastornado y tiraba la raqueta estilo McEnroe cuando fallaba puntos fáciles, hecho por el cual tuvo que tirar de un psicólogo que le encauzase esa mala uva en el puño para atizar a la bola. Durante 5 años, esa faceta "menos elegante" ha estado anestesiada, pero, claro, ha llegado Nadal, y ha sacado lo peor del suizo (aun recuerdo tantos gestos de desaprobación, "fuck off!! incluído" a alguna persona del público que le "distraía" en la final de Wimbledon 2008 o los contínuos absurdos y soberbios reproches al juez de silla de la final de Australia 2009). Ese es el auténtico Roger. El elegante.
Pero ahora no se trata de criticar a Federer, sino de premiar a Nadal. Si es cierto que Nadal se ha propuesto este año el Grand Slam (ganar los 4 grandes), ya no puedo imaginar que no lo consiga. Con 22 años ya lleva 6 grandes, y lo que le queda. Menudo panorama para Federer. Quizá sea mejor que se vaya buscando otro hobbie, o de todo lo malo, que empiece a fumar.

lunes, 1 de diciembre de 2008

Resurgiendo de las cenizas

El viernes pasado cayó Habitat. Yo creía que hace tiempo ya que había caído, pero por lo que he leído la han intentado salvar mil veces, retrasando lo inevitable. Es curioso lo diferente que es ver los hechos in situ y revisarlos al cabo de los años. Sin darnos mucha cuenta, estamos atravesando el peor momento ecnómico de la historia en España, pero parece como si a la gente de la calle no le afectase. Sí, hay crisis. Es cierto. Pero es como decir que hace frío. Se vive con ello y fuera. Hasta que la onda expansiva de la caída de alguna empresas no te afecta (te quedas en paro, te dejan de pagar una deuda, etc.) no somos realmente conscientes de la situación. Seguramente a mucha gente, directamente nunca le llegará a afectar, y será dentro de cinco o diez años, pintando en un calendario los hechos clave que actualmente vivimos, cuando realmente seremos conscientes de lo que está ocurriendo. En este calendario, el espacio reservado para el 2008 tendrá que haber hueco para la quiebra de uno de los bancos de inversión con más solera, suspensiones de pago de muchas (quien sabe si todas) de las mayores inmobiliarias españolas, rescate financiero de muchos de los gigantes bancarios europeos, EREs en empresas de todos los sectores, etc. No se me ocurre ninguna manera para catalogar la situación. Bueno, si, un desastre.
También he leído que el año que viene el número de declaraciones de concurso de acreedores se va a duplicar. No se si será verdad, pero como sea así, me preocupa seriamente.
Para quienes estamos, como quien dice, empezando a organizar nuestra vida, es preocupante el ver como tu ecosistema profesional se desmorona. Ya, es cierto que más estresante sería que me pillase con 55 tacos. Pero cada uno se queja de lo que le toca. Creo que el año que viene va a ser un año duro. De apretarse el cinturón. De rezar y agachar la cabeza, por lo que pueda pasar. Pero también estoy seguro de que será el año 0 de la economía moderna. Creo que desde el 2010 habrá un resurgimiento de la economía, seguramente basado en otros sectores menos rentables pero sí más sólidos. Menos apalancados en la deuda bancaria pero a la vez más duraderos. Y será el momento de los más listos. De los que se hayan podido tapar de la tormenta a tiempo y sepan correr entre los escombros. Las ruinas de las inmobiliarias seguro que generan nuevos modelos de negocio que habrá que saber aprovechar.
Sinceramente confío en que las telecomunicaciones y todo lo que las rodea van a volver a vivir un periodo de expansión, pero controlada, no como a principios de los 2000. El ladrillo ha sido el gran caballo blanco de las inversiones en este país durante muchos años, incluso décadas. Y la falta de nuevos sectores en los que rentabilizar los cuartos, especialmente con el fracasao de las puntocom, volcó las miradas en un sector rancio y sombrío, pero rentable a patadas. Y ahora que esto ha explotado, hay que volver a mirar al horizonte. Un horizonte en el que ya tan solo quedan las inversiones de nuevo cuño como oportunidades reales: farmacéuticas, biotecnológicas, energías renovables y nuevas tecnologías se ponen en fila como diamantes en bruto a la espera de que las metan mano los que parten el bacalao.
Particularmente, opino que las empresas de telecom serán las ganadoras. Negocios extraordinariamente rentables, no del todo maduros aún, y en plena expansión, son un imán perfecto para quienes han salido escaldados de bancos rescatados, inmobiliarias quebradas y bajos índices de consumo acudirán al calor de negocios en los que el dinero fresco es la materia prima que más se maneja. El internet móvil, aun por explotar, desencadenará una nueva revolución en este mundillo, aun joven, pero que nos ha calado tanto que hoy día nadie sabría vivir sin muchos de los servicios que venden.
Por cierto, y ya hablando de todo. En esta nueva economía, al igual que ganadores, como en cualquier competición, también habrá perdedores. Desde quienes pusieron todos sus huevos en cestas de ladrillos hasta quienes se dejaron seducir por la vorágine inmobiliaria y se especializaron profesionalmente en actividades relacionadas con dicho sector y de difícil reciclaje.
Pero la vida seguirá, y como ha ocurrido recurrentemente a lo largo de la historia, se saldrá hacia delante de mejor o peor manera. La suerte será un factor importante, pero no el único. Los más fuertes se alimentarán de los cadaveres de los más débiles. Ahora tan sólo queda esperar y esperar a estar en el grupo de los listos.