martes, 25 de noviembre de 2008

Oscuridad

El aire se espesa cuando él está cerca. El tiempo pasa despacio, desesperádamente despacio. Cada segundo es una victoria. Cada ruido, una herida. La dignidad por los suelos. La supervivencia, una proeza. El alma desea huir de su cárcel alejarse de tan cruel verdugo, abandonando a su suerte un cuerpo inerte e insensible que soporte tanto dolor. Un dolor que por lo menos sería silencioso. Los sentidos pierden su privilegiado estado de paz para ponerse a las órdenes de un corazón en guardia, que no espera ya otra cosa que ser vapuleado. De nuevo. Sin piedad. Y pasará otro día. Y nada cambiará.

viernes, 14 de noviembre de 2008

El tercer tiempo

He leído en las páginas de un diario deportivo que el portero de hockey sobre hielo, Robert Müller, internacional con la selección alemana, ha declarado que, a pesar de que los médicos le han dado menos de siete semanas de vida, su única prioridad ahora mismo es entrenar con su equipo para el inicio de la liga, a finales de Noviembre.
Me he quedado tan frío que no sé cómo interpretar su decisión. ¿Qué puede estar pasando por su cabeza ahora mismo? Al parecer su calidad de vida es muy buena y si no fuese porque los médicos le han hecho ese diagnóstico, no notaría que está gravemente enfermo.
Supongo que esta persona ahora mismo se encuentra ante esa situación que todos hemos descrito alguna vez de planificar nuestros últimos días en el caso de que nos marcasen una fecha de caducidad.
No se. Es posible que esté tan angustiado que esta decisión sea la primera que se le ha pasado por la cabeza. O puede que ya haya atado todos los cabos que le pudiesen quedar por cerrar y ya lo único que le queda es su profesión. O simplemente cree que el hockey puede hacer que se evada de la dura realidad que le va a tocar vivir y símplemente deje las cosas correr hasta que la vida dicte sentencia.
En cualquier caso, es terrible pensar que a cualquiera le toque esta macabra lotería.
Particularmente pienso que es peor conocer cuando nos llegará la hora, que vivir con la inconsciencia de desconocer si mañana no veremos amanecer. Aun a riesgo de que podamos estar desperdiciando nuestra vida. Porque con toda seguridad la solución consiste en vivir el momento, pensando que cada día es nuestro último día.

jueves, 13 de noviembre de 2008

Saber vivir

Ayer encontré el blog de un grupo de chicos, de los cuales uno de ellos es un buen amigo (por cierto, del cual hace tiempo que no tengo noticias) que me dejó… no se cómo expresarlo… entre alegre, preocupado, triste, … no se.
Sin entrar en detalles de los protagonistas ni de sus andanzas, lo que quiero rescatar del hecho es que en demasiadas ocasiones envidio el modo según el cual mucha gente aprovecha cada momento de su vida, disfrutando de tantas cosas que otros muchos no prestamos atención. Quizá porque nuestro día a día nos devora. Quizá porque hemos pasado a otro escalón en nuestra escala de prioridades. O quizá porque no sabemos vivir.
Una playa, una hoguera, unas botellas de Fanta y Coca Cola. Y los amigos de siempre. Una ecuación perfecta con una única solución: la felicidad.
Posiblemente todo el blog de estos chicos se pueda resumir en esta ecuación. Ni dinero, ni viajes, ni compromisos, ni trabajos apasionantes, ni nada que no se pueda conseguir en el supermercado de la esquina. Los envidio profundamente. Yo he de reconocer que si bien tengo un grupo de amigos fenomenal, de los cuales no puedo quejarme, sí me fastidia el que no (por lo menos yo) tenemos ya la flexibilidad que nos permita parar el motor y sentarnos a vivir. Algo que por desgracia no hacemos desde hace tanto tiempo. Es posible que esta edad, traicionera, sea tan sólo una enfermedad que el tiempo cure. Pero temo que ni aun el tiempo sea capaz de bajarnos del vagon al que nos hemos subido hace algunos años, y nos siente a todos juntos, sin más cosas que hacer que mirarnos a los ojos y recordar, una vez más, tantas cosas que hemos disfrutado juntos.
Seguramente sólo entonces podremos sentir que llenamos nuestras vidas con lo que realmente importa.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Triste recuerdo adolescente

Cuando estaba en el colegio, y durante ocho años, tuve un compañero, Vi-----, que con frecuencia recuerdo y sobre el cual tengo una gran curiosidad acerca de qué habrá sido de su vida. Era un chico tímido. Quizá acomplejado, o asustado por algo. Estoy seguro de que no era un chico felíz. No tenía amigos y apenas se relacionaba con nadie. Era de esos chicos que siempre estaba al margen de lo que se movía por la clase. Más temeroso de que se metiesen con él que con interés por hacer amigos. Recuerdo que a medida que pasaban los años, su alejamiento del resto de la clase se le convirtió en una condena.
No acierto a recordar el momento en el que de manera sistemática se le empezó a dar caña. Quinto, sexto, … no se. Lo único que de verdad recuerdo es que en un momento dado, sus compañeros nos convertimos en los peores verdugos que podía encontrarse. Si no era de una manera, era de otra. Pero él siempre terminaba cobrando. O siendo perseguido, insultado, humillado. Y cuidado con que se intentase defender, porque entonces ya había causa justificada para darle más caña todavía. No olvidaré nunca el verle, día tras día, correr por la calle perseguido por veinte o treinta energúmenos como si de una cacería se tratase. El uno, aterrorizado, aunque con cierta resignación al ser ya el pan de cada día. Los otros, ansiosos de llevar cada día un poco más lejos su hombrada. Eso sí, el físico que debió desarrollar Vi----- debía ser de atleta profesional, ya que en esos dos o tres años hizo kilómetros a cholón.
Yo no puedo quitarme de la quema, porque algún día también le corrí. Pero en mi descarga he de decir que nunca lo hice con mala intención. De hecho nunca me llevé mal con él y creo que a mí era a una de las pocas personas a las que se dirigía sin miedo.
También recuerdo que en algún momento, nuestro tutor nos avisó en clase que debíamos dejar de maltratar a nuestro compañero, porque lo estaba pasando mal. Lo que me deja realmente preocupado es que nunca nadie le hizo ni puñetero caso.
Vi----- vivía con su madre (había múltiples rumores sobre su padre, aunque creo que el único válido es que había fallecido), profesora de música o algo así. Una mujer mayor, desactualizada, que creo que nunca supo dar buenos consejos a su único hijo. También recuerdo que su casa era un piso en un bloque antiquísimo, viejo, sucio y feo. Pero Vi----- nunca dio sensación de vivir en la miseria.
Pasado el tiempo, tuve, (hacía años que no sabía de él) más noticias sobre él. Su madre había fallecido, y él sobrevivía vendiendo las antigüedades que heredó de su madre (su casa debía ser un museo de objetos de no mucho valor) en una de estas tiendas de segunda mano. Yque se había casado.
Más adelante, tras verle alguna vez en la calle, volví a tener noticias suyas. Me comentaron que se le habían encontrado en El Corte Inglés, donde le habían contratado de vendedor en la zona de Imagen y Sonido, que estaba a punto de cumplir los seis meses de prueba y que casi seguro que le hacían indefinido. Y que por ello estaba muy contento. Me alegré por él. De hecho, no se si por la curiosidad de volver a verle o por un cierto sentimiento de solidaridad, decidí acerarme a donde trabajaba para, como de manera accidental, saludarle e interesarme por él. Así lo hice, pero no le encontré. De hecho fui varias veces más en diferentes momentos del día y durante varios días, y nunca le ví. Igual no le renovaron.
Ya nunca más supe de él. Este chico fue un ejemplo de persona maltratada. No se hasta que punto su situación familiar afectó a la situación en el colegio. Pero tengo claro que con toda seguridad él no guarda un buen recuerdo de sus años de adolescente. Ahora veo todo lo que se le hizo con distancia. Y con culpabilidad. Porque nunca se mereció lo que le hicimos (me incluyo). Pero los niños son muy crueles. Lo pude comprobar. Solo espero y deseo que, esté donde esté, a Vi----- le vaya todo muy bien en su vida. Porque si alguien se lo merece, es él.

martes, 11 de noviembre de 2008

Qué será de nosotros...

A veces me da por pensar en el futuro. En el futuro… lejano. Dentro de 40 años. ¿Qué será de mi? ¿Cómo será mi vida entonces? ¿Recordaré para entonces estos momentos? La verdad es que la vida es larga. Es cierto que los años se pasan volando, pero aun así, si nos ponemos a recordar cómo éramos o qué hacíamos hace 10 años, por ejemplo, no es fácil recordar muchas cosas. Hoy charlaba con Da---, compañero de trabajo, sobre la vida que llevamos y lo que esperamos para el futuro. Ambos coincidíamos en que no estamos del todo satisfechos con nuestras vidas. Pero claro, también es cierto que, para ser francos, no podemos quejarnos lo más mínimo. Ni por el trabajo, ni por la salud ni por nada. Mucha gente está en mucha peor situación que nosotros. Eso nos hace reflexionar que no debemos quejarnos, porque, aun con nuestras miserias, somos afortunados.

lunes, 10 de noviembre de 2008

Mis principios en la cocina

La cocina es uno de mis principales hobbies. Es cierto que no practico demasiado, pero me considero un investigador de los fogones. Creo que la cocina es un arte. Y además, de los complejos. A lo largo de mi vida he probado a pintar, tocar algún instrumento, manualidades, etc. Pero sin duda el hobbie que más me llena es cocinar. Transformar un conjunto de alimentos en algo que deleite el paladar de una persona, no tiene precio. Y a mí me encanta hacerlo. Ahora bien, como todo investigador, tengo unas máximas que, supongo que por defecto, dirigen inexorablemente mis pasos cuando me pongo al tema. Y en el contenido de este post, hoy me gustaría indicar algunas de las principales normas que sigo cuando me meto entre pucheros:

1.- La comida ha de gustar. Esto es de perogrullo, pero aún así, no todo el mundo está conmigo. Y es que ¿cuántas veces habéis ido a algún restaurante y os habéis llevado una decepción enorme con lo que os han servido? Bien porque la comida estaba mal hecha, o porque estaba fría, o simplemente porque nunca podría estar buena con los ingredientes elegidos. A mi, particularmente, me fastidia bastante. Más que nada porque creo que cocinar bien es sencillo, y siempre hay que pensar en quien va a comer, no en quien va a cocinar. Porque de nada sirve hacer platos super imaginativos si luego no les gusta a nadie. La comida, ha de satisfacer al comensal.

2. No todo combina con todo. Últimamente se ha puesto de moda el combinar dulces con salados, salados con amargos, amargos con ácidos ácidos con… Hemos llegado a un punto en el que igual te ponen una sandía frita para acompañar un solomillo de ternera que una taza de chocolate con guindilla. Vamos a ver, vamos a ver. Churras con churras y merinas con merinas. Que porque Arguiñano diga A, no todos tenemos que decir también A. Igual se puede decir B. Ejemplo más flagrante: ¿por qué se ha puesto de moda en un montón de sitios el acompañar el queso de cabra con frutas, azucar, miel, etc? ¿Pero es que a alguno no se le ha ocurrido pensar que no casan? Pues no. Como a alguna mente clarividente se le ha puesto entre ceja y ceja que para ser chic hay que decir que el queso de rulo de cabra con miel y uvas está de vicio, pues ale, todo el mundo igual. Y no hay quien se lo coma!!! Yo he probado este plato en concreto (rulo de queso de cabra con miel, pasas, miel y endivias al horno) en un restaurante de muchos galones, y tras la aprobación dubitativa de todos mis compañeros de mesa, he cascado que estaba vomitivo. Quedé como un paleto, lo reconozco. Pero más ancho que largo. Y como esto, tantas otras cosas: cerdo con piña, aves confitadas, cebolla caramelizada, carne con foie, … y tantas otras cosas incombinables que se han incorporado a la gastronomía popular y que han cambiado nuestras bases culinarias de manera dramática. Para mal, claro.

3.- La presentación no es tan importante. Este principio quizá es menos importante que los anteriores. La presentación de un plato ha de ser apetitosa. Ni simétrica, ni impactante, ni singular, ni minimalista, ni nada. Lo que tiene que decir al comensal es: cómeme. Es que últimamente parece que un plato es un lienzo: los colores, las formas, las proporciones… adquieren casi más importancia que el sabor. Menudo error. Un plato que esté para hacerle fotos pero que luego esté incomible, no vale para nada. Lo importante es que cuando el plato se vea, lo que se tiene que pensar es: qué bueno tiene que estar eso! Da igual si unos huevos fritos con patatas y chorizo están bien colocados en el plato, o si un entrecot de ternera no tiene un corte perfecto, o si la cobertura de chocolate de la tarta ha escurrido un poco sobre el plato ocultando el corte de la porción… lo importante realmente es que el comensal diga: me muero por probar eso!

Son tres principios muy básicos y muy lógicos, pero, ¿a cuántos de vosotros no se os han cumplido en más de una ocasión en algún restaurante? Como este es un tema que me apasiona, prometo escribir más post sobre cocina en otras ocasiones. Bon appètit!

viernes, 7 de noviembre de 2008

¿Ha sido Lehman Brothers una víctima del club Bilderberg?

El otro día leía una opinión en un foro, de alguien que, de manera velada dejaba caer que, en la última tormenta financiera que se llevó por delante bancos y aseguradoras, la extraña “no intervención” del gobierno americano sobre Lehman Brothers no había sido una casualidad. Vamos, que lo dejaron caer a posta.
Desde hace mucho tiempo, soy un furibundo investigador del Club Bilderberg. Hay algo en este grupo que me huele mal. Intento leer todo lo que puedo sobre él, por supuesto filtrando las opiniones personales de los comentarios, para quedarme con datos objetivos. Realmente, cuanto más leo sobre ellos, más preocupado me siento.
Entre tantas teorías que pululan alrededor de este selecto club, hay una que defiende una pequeña parte de quien los critica, que quizá es la que más me encaja. En resumen, esta teoría, que, si bien no existe como tal, pero yo sí quiero modelar y establecer, es la de que el objetivo último de este grupo es crear una sociedad económicamente bipolarizada y controlada en tamaño. Esto es: su objetivo de sociedad mundial sería aquella formada por un grupo pequeño de ricos, muy ricos, y otro grupo muy grande de pobres. Los ricos controlarían todo: dinero, industria, recursos, etc. y los pobres se conformarían con vivir como los “esclavos” de los ricos. En el fondo se podría definir como un sistema comunista a nivel mundial en el cual gobiernan un pequeño grupo de superpoderosos y el resto sería una clase obrera que nunca podría escalar al grupo de los ricos. De esta manera, los gobernantes podrían repartirse la riqueza y controlar la vida de sus “esclavos”.
Cuando hace varias semanas se desencadenó la tormenta financiera, uno, con la mosca detrás de la oreja, ya barruntaba que era el momento de buscar la muesca en la bala que enlazase semejante casquetazo económico con el famoso club. Pero entre tanto anuncio de malos resultados, rescates bancarios, inyecciones de liquidez, etc. parecía imposible encontrar algo que sonase raro. Pero ete aquí que derrepente, se anuncia que a Lehman Brothers, el Bank of America le dice que nones y que no sale a su rescate. ¿Por qué no? ¿Por qué se rescata a Bearn Sterns, Fannie Mae, Freddie Mac, Merril Lynch y no a Lehman Br.? Sin entrar en datos de facturación y demás, después de mucho investigar, veo que el no rescate de esta entidad es un golpe muy sibilino a un montón de inversores medianos y pequeños que tenían confiados muchos de sus ahorros de toda la vida en productos seguros: bonos. Pongámonos en el pellejo de un gobernante honesto y cabal: “hombre, si no rescatamos a una entidad como L. B., el impacto, además de a los accionistas, iría directamente a la zona de flotación de … la clase media”. Ahí está el anzuelo. Bancos como L. B. son las huchas de millones de personas de todo el mundo que si hay una cosa que temen es a perder su dinero, pero, fundamentalmente, porque no tienen mucho. Los ricos diversifican, y es imposible que el mayor crash bursatil jamás visto les mande a la indigencia. Pero al pequeño ahorrador, si se le da un golpe se le deja muy tocado. Y esto lo sabían. Por supuesto que lo sabían. Pero, ¿por qué no hicieron nada?
Bajo mi punto de vista, no se hizo nada porque quien podía hacerlo decidió que era mejor dejarle hundirse. Por intereses propios, gubernamentales, de poderes fácticos o de quien fuere.
Y aquí es donde enlazo con el club Bilderberg. Obviamente, el tipo de sociedad que este grupo persigue es complicado establecer de la noche a la mañana. Quien más quien menos hoy día tiene un patrimonio y más o menos riqueza que le permite situarse en la pirámide de la sociedad con más o menos holgura. Sin embargo, este tipo de golpes, con seguridad hacen a muchas personas bajarse uno o varios escalones en la pirámide. Un disparo silencioso. Muchos heridos. Porque, si una cosa ha quedado clara, es que a la gente de este club con toda seguridad este bombazo no les ha levantado ni las perneras de los pantalones.
¿Y por qué esta gente se querría dedicar a establecer este esquema social? ¿Por diversión? No. Por necesidad. Por la necesidad de querer mantener su estatus socioeconómico más allá de los devaneos del mundo. Desde hace ya unos cuantos años se realizan estudios que tratan de calcular cuánto tiempo le queda al mundo antes de colapsarse, es decir, de no disponer de los recursos suficientes como para autoabastecerse: recursos energéticos, alimenticios, sanitarios, etc. El desproporcionado crecimiento de continentes como África o Asia van generando flujos migratorios formados por personas que, antes de ver morir de hambre a sus familias, emigran a otros lugares aun a riesgo de morir de hambre, de frío, ahogados en el mar, etc. Pero en muchos casos su huida no es más que una ralentización de la agonía, porque a donde van no les pueden ofrecer mucho más de lo que ya tienen, y además su desesperación les convierte en torrentes metastásicos capaces de trasladar sus problemas a otros países y continentes. Los desbordados servicios sociales de multitud de países del sur de Europa ya está al límite de sus posibilidades pero aún así cada vez reciben más personas que llegan de otros lugares donde ni siquiera saben lo que es la solidaridad. Y esto, obviamente, a medio plazo amenaza con desestabilizar el orden social de Occidente (y por ende, la situación de privilegio socioeconómico de este grupo de poderosos), el cual no cuenta con recursos ilimitados para mantener a todo el planeta. Pues bien, este desorden ya hace tiempo que lo vienen estudiando desde este club, y está manos a la obra para tratar de controlarlo.
Y las líneas de actuación se reducen principalmente a dos: ahogar a la clase media occidental hasta que se convierta en clase baja, lo cual reduciría drásticamente el consumo, y limitación de la población mundial, siendo los países en vías de desarrollo su objetivo. La primera vía tiene como objetivo adaptar los recursos demandados por el cada vez más pujante consumo de las clases medias a la producción sostenible, y la segunda conseguir que no se desborde la población mundial, lo cual en el fondo se traduciría en una excesiva demanda de recursos.
Para conseguir el primer objetivo, las crisis económicas, las recesiones, las altas tasas de paro, las quiebras de empresas, etc. son el medio normal de actuación. Para el segundo, es más complicado anticipar qué medidas se pueden tomar, pero da miedo pensar en cualquiera de ellas.
Sé que son relaciones arriesgadas y aparentemente novelescas, pero para quien haya leído este post, le invito a que desde este momento, indague la prensa económica los próximos años sin borrar de su mente lo antes expuesto. Puede que entre líneas descubra una realidad mucho más compleja de lo que los medios cuentan.

Mi perro y yo

Una vez tuve un perro. Se llamaba Tr--. Era un mastín leonés blanco con el lomo manchado con una gran mancha marrón. Yo era pequeño. Tendría unos ocho o nueve años. No se, un día a mi padre se le ocurrió que tuviésemos un perro. Y a través de unos conocidos, nos aventuramos a elegir un cachorro de entre los hermanos que formaban una camada recién nacida de mastines de pura raza. Mi padre, hombre de campo urbanizado por su trabajo, había crecido entre animales. Mi madre no, y por eso no lo veía tan claro. Pero daba igual. A mi la posibilidad de tener un perro me deslumbraba por encima de cualquier otra cosa.
La camada estaba en una mini habitación al lado de los establos donde se guardaban los caballos. El resto de perros estaban en grandes jaulas en el mismo patio. Sólo un perro estaba en un patio diferente, más pequeño, de altísimas paredes y una puerta metálica. No se le veía. Pero sí se le escuchaba: un ladrido aterrador, contínuo, desgarrado, nos recibió al entrar en el recinto, así como un inquietante crujido de uñas que arañaban el cemento y golpeaban la chapa. Sólo salía de su patio para cruzarle con otras hembras y para pasearle, siempre con bozal y con cadena, y muy de vez en cuando. Era un ejemplar de concurso. Había matado ya a varios perros y caballos. Era el padre de Tr--.
El hombre abrió la puerta de la celda, y, entre un montón de peluches calientes rebujados unos entre otros, blancos unos, atrigrados otros, uno de ellos, con los ojos cerrados, se movía torpemente pisoteando a sus hermanos. Ese es el que yo quería.
Nunca imaginé que un ser tan pequeño pudiese causar tantos destrozos. Ni un papel sin morder. Ni una cortina que no sirviese de liana. Ni un zapato sin arrastrar. Ni un rincón sin visitar. Era un ciclón. Gordito, peludo, ágil, tenaz, impaciente. La vida en mi casa cambió. Todo giraba a su alrededor. Para bien o para mal.
Creció. Y ese animalito tan gracioso se convirtió en un inmenso y feroz guardián del chalet familiar. La parcela era suya. Era capaz de recorrerla de punta a punta en tan poco tiempo que no merecía la pena tratar de probar en huir de él. Y quien quisiese entrar en su territorio debía pedir su permiso. Con el tiempo su dominio incluso se extendió hasta las calles que rodeaban la parcela. Su descomunal tamaño superaba con creces la tapia, por encima de la cual sacaba con autoridad la cabeza cada vez que alguien pasaba cerca. Mis amigos ya no venían a buscarme a mi casa por miedo. Pero yo nunca me terminé de creer los ataques de los que se le acusó.
El resto no importa. Tr-- conmigo siempre fue noble. Por supuesto que tenía sus días, como cualquier persona, pero él y yo nos entendíamos de maravilla. Parecía mentira que un niño de diez u once años pudiese moverse con tal confianza junto a semejante bestia. Un simple bocado bastaría para fulminarlo. Pero yo siempre supe que nunca habría ocurrido. Porque no me hacía falta más que una mirada para que me entendiese. No tanto que me obedeciese, puesto que a cabezón no le ganaba nadie. Creo que pasó de considerarme su hermano a su hijo. Me soportaba. Mis bromas, mis juegos, mis perrerías, … Yo era realmente el inmaduro. Sabía levantarme la pata cuando se le clavaban entre las uñas esas malditas espinas que crecían junto al cesped, morderme con firmeza pero con suavidad de la mano para indicarme que quería guerra, recibirme girándo como una hélice el rabo al olerme aún estando todavía lejos de la puerta, … Y esa mirada. Esos ojos de niño indefenso. Ese giro de cabeza que tanto me conquistaba. Esa delicadeza al comer de mi mano y repasar con su suave lengua las migas que quedaban en mi palma … ¿Cómo era posible que un ser aparentase algo tan diferente a lo que realmente era?
No pude despedirme de él. A lo mejor no lo habría hecho. Seguro que me habría abierto una herida incurable. Así ahora tengo un gran recuerdo de él, y sé que sigue vivo. De hecho se que nunca morirá. Algún día volveremos a estar juntos.

jueves, 6 de noviembre de 2008

Cuando el cielo cobra vida

Me fascinan las tormentas. Esos días de verano calurosos, en los que parece como si nada pudiese mitigar el sofocón… De pronto, como salidas de detrás de los árboles, se forman enormes nubes espesas y negras que avanzan rápidamente sobre tu cabeza, poco a poco van escondiendo el sol de media tarde y, en nada dejan la tarde como oculta bajo un paraguas. Unos minutos de duda… y empieza el baile. Primero truenos lejanos, cada vez más sonoros, luego, algún rayo en la distancia, una ligera brisa, y poco a poco, el fuerte olor del ozono (como si fuese tierra húmeda) que entra por todos los lados. El calor sofocante medio desaparece mientras un cierto fresco anuncia lo que viene. El cielo se espesa aun más y parece que empieza a anochecer. Primeras gotas. Parecen tímidas, pero son gordas, y dejan en el suelo manchas del tamaño de pelotas de golf. Luego, sin avisar, un fogonazo. Dios, ya está aquí! Unos segundos y… un crujido que hace pensar que algo se ha roto ahí arriba. Y a continuación una tremenda manta de agua cae descontroladamente sin avisar, mientras se repiten los fogonazos y los chasquidos del cielo. La piel caliente humea cuando se moja por la lluvia, la ropa, empapada, más estorba que protege. Pero da igual. La sensación de vida es espectacular.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Nuestras cosas

Hasta ahora he hecho referencia a mis amigos, pero no me he parado a reflexionar qué me transmite cada uno. Qué feeling tengo con ellos. Y me apetece hacerlo.
La verdad es que somos un grupo bastante heterogéneo: no se muy bien cómo hemos conseguido formar un grupo estable con componentes tan diferentes: si hablamos de profesiones, tenemos abogados, ingenieros, geógrafos, masajistas, diseñadores gráficos, … nada que ver. Si hablamos de aficiones, quizá el deporte es lo que (más en el pasado que ahora) nos ha unido. Esos partidillos de basket 3x3 o 4x4… qué recuerdos. Pero además de esto, tan sólo las ganas de montar fiestas nos han hecho converger como amigos. Porque, si no, a nadie se le ocurriría juntar en un grupo a un multideportista borrachuzo como Vi----, un cinéfilo como Al--, un playboy como Fe-, un alienígena como Ca------, un tío raro de narices como yo, un integrista emocional como Ma--, un tipo serio y cabal como Ca----, una mente desestructurada como la de Pa---, etc. Si es que no hay por donde agarrarnos. De hecho, creo que entre nosotros hemos optado por aceptarnos como somos y disfrutar de las excentricidades de cada uno, que seguro aportan algo al grupo. Que Ma—se presenta en la piscina un día con bigote a lo Tachenko, pues vale; que Ca------ aparece borracho perdido un día a las tantas de la madrugada en bañador y chanclas montando una bici con el manillar roto, pues venga; que Pa--- nos cuenta un día que se ha arreglado una grieta en una de las lentes de sus gafas con cinta aislante y se extrañaba de que las tías le iraban raro en la biblioteca, pues lo aceptamos. Qué más da. Somos así y ya está. Anda que no hemos contado veces las historias de Lu--- escapándose de casa con 16, en pijama, con la mochila al hombro, y, con la complicidad del portero de su casa, cambiándose de ropa en su garita y volviendo a casa ya de día y borracho perdido. Y como esta, tantas historias que nos definen a cada uno de manera unívoca. Nada sería igual si no pudiésemos recordar esas cenas con parrillada y doble de Brugal en casa de los Ma-----, con las actuaciones estelares de Ca------ Caparrós extra empanado, ese fino encaje de golpes de Fe----, la camisa de flores de Ca----, los puntillos de Da---, mis despedidas a la francesa, los desploming delante de sus padres de Lu---, las puertas dobles que aparecían en mi casa, los baños en pelotas a las mil de la madrugada, los tropezones de Pa---, ... Son nuestras cosas. Y son cosas que no deben olvidarse. Porque durante muchos años han creado un universo de recuerdos en los cuales todos tenemos nuestro personaje y, aunque no queramos recordarlos, siempre perviviremos en la mente de quienes los vivimos.

martes, 4 de noviembre de 2008

La clase media en peligro de extinción

Laboralmente, creo que nos esperan unos meses (aproximadamente quince) complicados. Hemos entrado en una dinámica insana de paro alimentada por crisis de crédito y bajada del consumo. La economía, para bien y para mal, tiene inercia. Y ésta, cuando es para mal, es muy puñetera. Ahora mismo España está en caída libre. Y la duda que me queda es hasta qué punto nuestra situación económica está correlada con la crisis mundial. Esto es, ¿es posible augurar que un relanzamiento de la economía mundial se vería acompañado en la misma medida de un relanzamiento de la economía española? Yo creo que no.
Creo que nuestra economía es diferente. Más compleja y, sobre todo, más difícil de levantar. Sin querer remontarme muy atrás, creo que en España vivimos muy por encima de nuestras posibilidades reales. Durante veintipico años hemos alimentado nuestras ansias de libertad y prosperidad a base de consumo puro y duro, sostenido sobre una base que apesta a cemento, grasa de taller y sombrilla playera. Y eso no es progreso. Sin un tejido industrial sólido, sin una cultura de inversión en I+D, sin una red de transporte de mercancías competitiva… ¿hacia donde vamos? Pues hacia una recesión profunda, hacia una destrucción del empleo sin precedentes. Creo que no me arriesgo mucho al predecir que volveremos a ver esas tasas de paro del 20% en no más de 4 o 5 meses (ojalá me equivoque).
Toda la gente que se está quedando en la calle del sector de la construcción o de las cadenas de montaje, ¿dónde va a ir? Es gente sin estudios en la mayoría de los casos, o que, pese a tenerlos, ha orientado su vida profesional hacia el ladrillo o la tuerca, y ahora, en un entorno de fuerte competitividad laboral , está perdida. No se, el otro día veía por la tele imágenes de la España de finales de los 70 y me daba grima: era como ver la actual Rumanía o Armenia. Inmensas colas de gente pobre a dolor esperando para acceder a servicios sociales básicos. En España, hemos pasado de eso a irnos de vacaciones a Egipto, conducir todoterrenos y comprarnos un chalet con hipotecón a 40 años… en un par de décadas. Y eso… no hay economía que lo sostenga. Y menos la española. El año 2009 va a ser muy malo.
Y es que actualmente la economía española no tiene cimientos. Los que hasta este año tenía, eran de papel, y cuando ha llegado un soplo del exterior, se ha venido abajo todo. Lo peor, que la gran clase media que se ha creado en los últimos 20 años se va a ver mermada seriamente.
Lamento no ser optimista, pero es que lo veo todo muy mal. Países como Francia, Reino Unido o Alemania tienen industria de sobra para tirar hacia adelante, y sus habitantes saben de sobra cual es su posición real en la pirámide social. En España ahora mismo, pocos saben qué lugar ocuparán los próximos años (o meses).

El negocio del miedo

Creo que en estos últimos meses de turbulencias financieras existe gente que ha fijado como modelo de negocio algo con lo que no estoy muy de acuerdo: el miedo. Vaya, y soy yo quien dice esto. Una persona que vive pegada a diarios pseusosensacionalistas de toda índole (económica, deportiva, cultural, etc.). Es cierto. Por más que comento con compañeros de trabajo y amigos las últimas noticias económicas, el regusto que me queda al final es que, en términos generales, la gente pasa bastante de si se hunde el Nasdaq o si Goldman Sachs rebaja el precio objetivo de Inditex un 30%. Entonces, ¿por qué a mí me preocupa tanto? ¿Soy yo el que me agobio innecesariamente o existe demasiada pasividad a mi alrededor? Creo que sólo cuando hace unas semanas en primera plana de todos los diarios salió la noticia de que el Estado holandés inyectaba liquidez a ING Group y como subtítulo de las noticias, se aseguraba que ING Direct no pasaba por problemas, fue cuando uno de mis compañeros se preocupó mínimamente del tema, y eso que todos sus ahorros los tenía en dicho banco. Pero aun así, tampoco estaba muy preocupado, porque tardó en leerse la noticia tres días… Lo mismo me pasa con mis padres. Con el tema de Lehman Brothers, no dejo de insistirles que revisen sus inversiones y la de otros familiares (aún menos preocupados por estos temas). Pero da igual. Como si a Homer Simpson le pides que te demuestre la Ley de Faraday.
Ahora bien, para todos los que sí nos preocupamos de estos temas, y vuelvo al tema inicial, creo que existen intereses sospechosos de infundir un estado de terror colectivo que puede hacer a algunos ganar mucha pasta. No se cómo, pero me lo huelo. Y es que una vez que uno se introduce en el mundillo de la información financiera, se da cuenta de que la economía es más previsible de lo que parece, aunque en determinados momentos, determinados giros informativos dejan a uno fuera de juego, preguntándose si realmente entiende la realidad o si son noticias sin fundamento de oscuras intenciones.
Quizá no sea este el momento de intentar trepar por tan escarpados cerros, pero yo creo que con el miedo hay gente que se forra. Las noticias de quiebras de empresas, de malos resultados de empresas, de predicciones catastróficas, etc. pienso que sostienen modelos de negocio macabros pero rentables. Y es posible que los peores clientes sean los que pasan de analizar la realidad.

Esa espinita clavada en el corazón

Dicen que el primer amor marca el resto de tu vida. Yo no se si Lo-- fué mi primer amor. Lo que sí sé es que fue la primera tía a por la que me lancé a cuchillo, por lo que no tengo ni idea de si su marca es la que se refiere el dicho. Pero que me marcó, está claro. Ese verano de COU, juerga tras juerga, vida desenfadada, derroche de tiempo, todo a nuestro alcance… Y apareció ella. Esos ojos azules, esa melena rubia, esas peras descomunales… No sé si fue su apariencia o mis hormonas, o las dos cosas mezcladas las que me hicieron tatuármela en el cerebro. Pero no podía dejar de pensar en ella. Deseaba que llegase cualquier momento para salir de noche y encontrármela (era imposible no hacerlo en un pueblo tan pequeño) para continuar con mi labor de minería sentimental. Ahora creo que, conociendo cómo me ven mis amigos, alucinarían con mi actitud, nada disimulada, por otro lado. Pero supongo que entonces me daba igual. Sólo la quería a ella. También recuerdo aquel día con Al--, cuando me recomendó que pasase de ella, que no valía la pena. Madre mía, estaba obcecado…
Ahora, viendo aquel verano desde la distancia, no puedo decir que me alegre que no ocurriese nada (un lío con ella desde luego que lo firmaría ahora) pero creo que en el fondo salí ganando. El tiempo me ha demostrado que ella y yo somos incompatibles, y cuanto más la conozco, más me convenzo. Es más, se a ciencia cierta que si hubiésemos llegado a algo, habría sido un estrepitoso fracaso. Yo, en aquel momento, con la inocencia que siempre me ha caracterizado (y creo que me sigue caracterizando) buscaba una novia formal, seria. Sin tonterías. Yo ahora se que ella… era de otra manera. Me alegro de que todo quedase como está ahora. Amigos, más o menos cercanos, pero amigos. Miedo me da pensar que la frivolidad que el tiempo me ha mostrado que la ha caracterizado siempre, me hubiese herido. Y miedo me da el pensar también el juego que ella siempre me ha ofrecido y que, quizá más por inocencia que por recelo, yo siempre he rechazado. Aún recuerdo cuando me insinuó acercarme más y yo… jajaja, dije que no, y me quedé enfrente de ella. La cara que se la quedó. Pobre… ¿Será por eso que nunca más volvimos a quedar para ir a ningún lado? ¿Quizá ella se tomó aquello como una ofensa y temió que yo jugase a algún otro juego? No lo sé. Me gustaría hablarlo con ella, pero, conociéndola, no la veo agachando las orejas y vomitando sus sentimientos de tantos años. Sólo sé que yo con ella siempre he ido de frente, con sinceridad. Y eso me hace sentir bien.
Últimamente me he enterado (no importa cómo) de que se va a casar. No se si compadecer al novio o felicitarle. Hombre, es extraño que ella siempre dijo que era de relaciones largas y estables, y el último novio serio que tuvo lo dejó hace algo más de un año y medio. No quiero pensar mal. Pero, me huele que… no es sólo el amor lo que la ha convencido. El tiempo dirá. Quien sabe, igual dentro de N años ella y yo estamos juntos. Por primera vez. Porque, yo creo que en cierta medida, conmigo ella también tiene una espina clavada.

lunes, 3 de noviembre de 2008

Ya queda menos

Tengo ganas de volver a verlos. Son ya muchos años juntos. Cada vez nos vemos menos, pero noto que cada vez estamos más unidos. El trabajo, las novias (algunas ya mujeres), las circunstancias… Son demasiados factores que pese a todo no son suficientes como para separarnos definitivamente. Y en Navidad, pese a las inevitables bajas, siempre estamos ahí. Me da miedo pensar que sea la propia vida la que algún día merme tan esperada reunión. No quiero pensar en ello. Somos inmortales. Y el día que dejemos de serlo, no sé que pasará. Todo ha sido perfecto hasta ahora. Y no quiero que cambie nada. Los necesito. No sé si ellos a mí también (estoy seguro de que en muchos casos sí), pero yo a ellos sí. Han sido la escuela que me ha introducido en la vida. Y sigo manteniendo un cordón umbilical con ellos que me mantiene en permanente actualización. Mi familia es otro tipo de educación, de cariño, de afecto. También necesario. Pero mis amigos, los Ta-----, son todo lo que no me da mi familia y mi novia. Sé que sin ellos estaría perdido en la selva. Ya queda menos.

Aquella aventura de verano

Éramos tan jóvenes… ¿16 o 17 años de media? Pero nos creíamos invencibles, intocables. Verano, vacaciones, tiempo libre, amigos, un entorno perfecto. Y la cafetería era… un objetivo demasiado apetitoso. Helados, bebidas, patatas, … No lo necesitábamos conseguir así, pero… el riesgo nos llamaba. Una fiesta, la noche encubridora, hormonas desbordadas, el plan bien trazado… La anterior incursión fue accidental pero, sin planificarla, salió fetén. La terraza cómplice, la ventana, el único escollo, el culo de Lu--- un imprevisto, la caída de Al--… pudo ser la gran cagada. Dios mío… en realidad fue una inconsciencia. Dejar la ventana en casa de A-- tantos días, la tienda de campaña… nos delataba, y encima, lo de la cámara de los helados, … Ahora, tiempo después, me da miedo pensar qué nos habría pasado si nos hubiesen pillado. Beneficio 1, riesgo 1000. Al mismo tiempo veo que obviamente nadie denunció nada y nadie investigó nada, ya que hasta un ciego habría sabido lo que pasó esa noche. Quizá eso alimentó nuestro ego y nos hizo creer que éramos aun más invencibles. Pero ya da igual. Echamos la carnaza al monstruo que llevábamos dentro y lo dejamos satisfecho… durante un tiempo. Ello nos formó… no se de qué manera, pero no podemos negar que parte de lo que somos en cierta medida quedó condicionado por aquello. Bien por orgullo, bien por culpabilidad, bien por alegría, bien por tristeza. Y nos unió, nos dio cohesión como grupo. Yo me quedo con esto.