miércoles, 21 de enero de 2009

Profetas de medio pelo

Si hay una cosa que no me gusta ser, es catastrofista. Sí realista, pero nunca asesino sin escrúpulos que disfruta viendo escurrir la sangre de sus víctimas. Hoy me despierto leyendo un artículo en el que, bajo la excusa de una profecía de Nouriel Roubini (que me digan dónde se obtiene el título de profeta), se vaticina una crisis bancaria sistémica generalizada a ambos lados del atlántico. Independientemente del trasfondo de la noticia, me preocupa el color de la caja de galletas. No se si a alguno le voy a abrir los ojos o si se los voy a poner morados, pero de cualquier manera abogo porque todo el mundo sepa que los bancos no tienen todo el dinero que sus clientes han depositado en ellos. Bien. Alguno me dirá: “Menudo genio, ¿te enteras ahora?. Los bancos sólo cuentan con una pequeña parte de capital que se les obliga por ley y …”. No, que no. Que no me refiero a eso. Digo que si mañana todos los clientes de todos los bancos del mundo piden a sus bancos retirar todo su dinero en dos, tres, cinco, o veinticinco días, ningún banco podría hacer frente a todas las peticiones.
¿Qué significa esto? Pues más o menos que por unas u otras razones, una parte del dinero que inocentemente hemos dejado en manos de los bancos/cajas de ahorro se ha volatilizado y posiblemente nunca volverá a aparecer. El concepto tradicional de banco, el de las películas del oeste, donde los mismos billetes que una señora guardaba el lunes por la mañana permanecían en la caja fuerte el viernes por la tarde, ha desaparecido. La ingeniería financiera ha infectado el modus operandi del aparato financiero a nivel mundial, y donde antes se trataba de salvaguardar los ahorros de los clientes obteniendo algún beneficio por los mismos (a espaldas de los clientes, claro), pero siempre asegurando poder devolver todo lo recibido de los clientes, ahora nos encontramos con que los bancos han perdido una gran parte (Dios sabe cómo) de lo que sus clientes les confiaron. Bueno, Dios no lo sabe. Las sucesivas burbujas tecnológicas, inmobiliarias, petrolíferas, etc. han hecho salir pasta a borbotones (a modo de créditos) de las entidades financieras y han dejado como regalo activos dramáticamente depreciados y sin capitalización posible a corto.
Claro, ahora uno se ríe de que al Santander le “enladrille” Martinsa-Fadesa, sin tener en cuenta que como los clientes de dicho banco sepan el socavón contable que el de Trigueros del Valle les ha abierto en sus cuentas, les van a temblar las canillas pero bien.
Pero volviendo al principio. Una vez que sabemos que vivimos engañados en una estafa piramidal brutal, creo que lo más conveniente es seguir como estamos y dejar que sean las autoridades oportunas las que aprieten las tuercas a las entidades financieras para que arreglen el desaguisado, o por lo menos para que ninguno de ellos haga empezar a hacer caer las piezas del dominó. Este tipo de noticias en la prensa sobran, y hay que ser muy mala persona, muy suicida o símplemente ser un retrasado o un inconsciente como para tratar este tema, y menos hacer eco de las palabras de este vidente de garrafón que sólo aspira a hacer rico a base de hablar de lo que, aun sabiéndolo todos, nadie hemos de comentar. Por favor, ¿por qué no se callan?.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Los que han creado el problema no están pensando en solucionarlo, ¿o es que no lo ves?
Tienen un objetivo, claro que sí, pero no es el bien ciudadano.