viernes, 27 de febrero de 2009

Flash de verano: tarde de Septiembre de Pocha

6 de la tarde. Estamos en casa de Vi---- porque en la piscina ya no se puede hacer gran cosa. Hace ya el fresco típico de Septiembre; el ambiente se ha quedado húmedo después del último chaparrón. Huele a madera húmeda y al humo de las primeras chimeneas encendidas. Estamos Vi----, Al--, Ca-------, Da---, Fe------, Iv--, Ti----, que tumbado en la tumbona de al lado de la barbacoa, lee un extraño libro en vez de los apuntes de la única asignatura que le ha quedado para verano, y yo. Se organiza un Barbudo que será seguido probablemente por una Pocha. Como siempre, Vi---- se encargará del documento. El cielo, nublado, empieza a amenazar con convertirse en penumbra. El sotechado, en la mesa de siempre, con buena compañía y cualquier tema que tratar, es suficiente cobijo. Y, de fondo, suena Aeropuerto, de Los Planetas.

viernes, 20 de febrero de 2009

MAFO

MAFO es un organismo pluricelular, multiorgásmico e interestelar. Tiene siete ojos, tres cuernos y dos lenguas viperinas. Diez docenas de afilados dientes, escamas duras como rocas y ocho patas terminadas en afiladas garras negras. Tiene además cuatro brazos acabado cada uno en una pinza dentada, con las que sujeta y desgarra la carne de las piezas que más tarde devora. Su aliento es tóxico, y tiene tanta capacidad destructiva como el fuego. Y sus excrementos son un oscuro plasma viscoso y ardiente como la lava y corrosivo como el ácido sulfúrico.

miércoles, 11 de febrero de 2009

La teoría del último tren

Dos son los grandes miedos que atenazan al ser humano occidental en el siglo XXI: en vida, la soledad; una vez muerto, el olvido.
Nadie es capaz de resignarse a acabar sus días sólo, y es por esto que a través de la búsqueda de una pareja, de descendencia o de amistades, de una o de otra manera a lo largo de la vida vamos invirtiendo en un fondo de pensiones de compañía, que nos ayude a digerir el último paso antes de la muerte.
Porque el ser humano si hay algo que teme es la soledad, no ya física, sino emocional. Fallecer en la más completa soledad supone un fracaso moral que hace que todo lo vivido haya sido en vano.
Sin embargo el estilo de vida que se ha implantado en la cultura occidental, cimentado en el estado del bienestar, hace que dicha inversión se descuide, se retrase, y, por momentos, se olvide.
Este es el motivo por el que los vaivenes emocionales se han disparado exponencialmente en las últimas décadas. Buscamos la pareja con la que acabar nuestras vidas, pero nos equivocamos, o eso creemos, y buscamos otra, pero nos volvemos a equivocar, y buscamos otra, y así hasta que en la estación de nuestros sentimientos ya apenas quedan trenes a los que esperar. Y es entonces cuando llega el últmo tren, y nos subimos a él. Seguramente sea un tren equivocado, pero ya da igual. No hay tiempo de bajarse y esperar a otro. La vida no espera.

jueves, 5 de febrero de 2009

Angustia

Una de las reflexiones más duras que puede hacer una persona, es la que incluye el admitir cualquier hecho que suponga una derrota moral. Estos días encapotados que nos está regalando Febrero no están ayudando mucho a hacerme olvidar las mil preocupaciones (estúpidas, lo se, comparadas con las preocupaciones de tantas otras personas) que tengo en la cabeza.
Siempre me he considerado una persona débil, pese a que aun no he encontrado a nadie, además de mis padres, que ni remotamente lo puedan sospechar. Y quizá esa es mi mayor tortura. Si nadie te ve débil, nadie te ayuda, sino más bien te la solicitan. Y eso me causa más angustia aún, puesto que si no tengo agallas para atajar mis problemas, el que me carguen con más, no ayuda.
Son ya muchos años equipando un carro de combate de cartón piedra, y a estas alturas bajarse de él me sería imposible. Y lo peor es que en ningún momento he hecho nada por subirme a él. Más bien todo lo contrario.
Veo que otras personas, tan o más débiles que yo, se construyen corazas con las que ocultar un sinfín de debilidades y miserias. Me da pena, y me preocupa pensar que en mi caso ha sido la propia vida la que me ha construido mucho más que una coraza, que impide que quien me conoce, me comprenda, y me eche una mano.
Detesto a los psiquiatras. Creo que son charlatanes que se aprovechan de las miserias de quienes a ellos recurren, para ganarse un buen dinero. Son como los curanderos de barrio. Pienso que los problemas se pueden, si no solucionar, sí atenuar con comprensión, humanidad, apoyo. Pero quizá quien puede proporcionar esa ayuda ha de tener la cabeza lo bastante despejada como para poder volcarse en quien lo necesita. Y aquí viene el problema. No conozco a nadie que no tenga problemas.
Es como un tobogán en el que cada vez te escurres más rápido, y no sabes hacia dónde vas. Quisieras poder frenarte y ver dónde estás, para así poder decidir hacia dónde quieres ir. Pero no se puede. Y el tiempo pasa…

martes, 3 de febrero de 2009

La generación de oro

Si hay un deportista o grupo de ellos que se merezcan unas líneas en un blog como el mío, estos son los chicos de oro del baloncesto español. Los Gasol, Navarro, Rudy, etc. Y no ya circunscribirme a los que fueron denominados los Junior de Oro y que en su mayoría posteriormente fueron Campeones del Mundo absolutos, sino a la generación de jugadores de baloncesto, empezando por Garbajosa y terminando (si es que se puede decir terminar) en Ricky Rubio, que tan buenos momentos nos están haciendo pasar desde que empezó el siglo actual.
Uno que es fan apasionado del basket, está como oso rebozado en miel cada vez que ve algún partido de la selección española. Ya es que da igual la convocatoria, porque vaya quie vaya todos dan la talla, en la medida de sus posibilidades. Ahora sobran bases de calidad (Ricky, Calderón, Raúl López, Cabezas, Oliver) sobran tiradores (Rudy, Navarro, Mumbrú), sobran pivots (Pau y Marc Gasol, Garbajosa, Fran Vazquez, Felipe Reyes, Trigueros), y así… Es tremenda la explosión de este deporte en España. No se si ha sido el efecto de los Junior de Oro o si ha sido Pau Gasol o qué ha sido, que hemos pasado de adorar a Fernando Martín, quién, todo hay que decirlo, era un jugador taruguete; fortachón y con maneras, pero limitadillo (hoy día probablemente no sería nunca convocado con la selección) a olvidarnos de él y verle como el que recuerda viejos tiempos cuando ve pasar un Seat 600 por la calle. Pero es que ahora, Pau Gasol se codea con Kobe Bryant en una final de la NBA y ya acaricia su segundo All Stars, Rudy Fernández va a ser el primer europeo que participe en un concurso de mates de la NBA, Calderón se queda a once tiros libres de entrar en la historia de más libres seguidos anotados de la megaliga americana, bueno, es que hablamos de que los españoles están dejando huella en la NBA, no están de comparsas. Y esto va suma y sigue.
Aun recuerdo aquellas selecciones con Díaz Miguel a la cabeza, en las que Corbalán, Chicho Sibilio, Fernando y José Ángel Arcega, Iturriaba, De La Cruz, Epi, Jimenez, Ferrán Martínez, etc. eran nuestras bazas para competir en Europa, en las Olimpiadas, en los Mundiales. ¿Cómo olvidar también a los Rafa Vecina, Jofresa, Montero, Carles Ruf, Pep Cargol, Biriukov, Morales, Lalo García, Solozábal, Creus, etc.? Madre mía, vaya tropa, digo… vaya recuerdos. Nuestras armas secretas eran como las que utilizaban Mortadelo y Filemón para combatir al hampa. Hombre, todo hay que decirlo, se consiguió una plata muy meritoria en Los Ángeles 84. Pero también es cierto que todos bien sabemos que calidad, lo que se dice calidad, … no tenían mucha. Eran corajudos, sabían aprovechar sus bazas, … pero no eran grandes estrellas de este deporte. Aún así no hay que desmerecer sus méritos.
Pero bueno, que yo me quedo con lo de hoy día, donde exportamos de todo y aun así no dejan de salir nuevas estrellas que no dejan de marcar nuevos límites cada vez más ambiciosos.
Este verano llega el Europeo, asignatura pendiente para esta generación, que ya va a empezar a perder alguno de sus mejores exponentes (ej. Garbajosa). Esperemos que lo ganen, más por el desquite de lo que nos dolió la famosa derrota con Rusia que otra cosa.
Pero de cualquier manera, y pase lo que pase en los próximos años, si hay algo no nos podrá quitar nadie nunca, ya, es lo que estos chicos nos han hecho y nos siguen haciendo disfrutar en la cancha. Vaya por ellos este homenaje a los más grandes, a la generación de oro del basket español.