
Pero que me venga un defensor de los derechos humanos, de esos que arrastran su pecho en carne viva por el suelo y dejan que las lágrimas surquen sus mejillas mientras sus manos sangran desgarradas del roce con la tierra en su encarnizada lucha por los hambrientos de Sudán, a decir que abortar no es un delito, vamos, levanto la pata y los meo en la jeta. Hay que tener valor.
Por eso, y ya puestos a divertirnos con algo que adoro como es el humor negro, yo opino que si se regula el aborto como hoy día quiere el Gobierno, también se debe regular el método abortivo. A mi me encantaría poder introducir por el chichi de una mujer una Black & Decker con una buena broca de 9mm, apuntar al centro del cráneo del feto y… suavemente batir sus sesos dentro de su cráneo como si de una piña colada se tratase. Luego iría a por los globos oculares, luego bajaría por la garganta y pasaría por los pulmones, riñones, hígado, estómago, y, por último, y como remate, el corazón. Finalmente haría una sentadilla sobre la madre para hacerla expulsar a chorro los restos del asesinato y así dejarla limpia de sangre, por lo menos en su estómago. Dios, que lo aprueben cuanto antes, porque me encantaría ser Abortador.
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