
Me considero un nadalista profundo. Un admirador de los de boca desencajada y corazón acelerado cada vez que el de Manacor se juega un “banana-shot” para evitar una bola de break en contra. Le admiro un montón. Más bien le idolatro. Quizá esto hace que discuta permanentemente con mi hermano sobre si Nadal es mejor o peor que Federer. Para mí, desde luego, no hay duda. Nadal es el mejor jugador del mundo hoy día. Y será el mejor jugador de la historia. Por físico, por ambición, por precocidad, por capacidad de sacrificio, por su técnica, por su capacidad de aprendizaje y mejora contínuas, … podría seguir así hasta aburrirme.
No niego que Federer es un muy buen jugador. Sin duda alguna un tío que se tira cinco años seguidos como nº1 del mundo y que está a 1 grand slam de Sampras tiene que ser muy bueno. Nos ha fastidiado. Pero en esas cifras hay cosas que decir: la primera, que durante estos cincos años de reinado, no ha habido ni un solo tenista medio decente que poder echarse a la boca. Vamos, a ver si ahora los Gaudio, Kuerten, Ferrero, Roddick, Hewitt, Henman (por Dios, qué ha sido de este tío?), Philippoussis, … han sido obstáculo suficiente como para desbancarle del podio. Obviamente, no. Vale, es cierto que Federer se cepilló a Agassi en la final del US Open del 2005, pero también hay que decir que entonces, Agassi tenía 35 castañas bien cumplidas, y que como gran damnificado por el huracán Sampras, no se resignaba a retirarse sin subir algún peldaño más en su también genial carrera (cuidadín: 8 grand slam y JJOO de guinda). Y claro, a esas edades es fácil convertirse en presa fácil.
Una vez desaparecidos del circuito los (hasta la llegada de Nadal) más grandes de la raqueta (Sampras y Agassi), vía libre para Federer. Con ya casi 22 añitos se encontró sólo en el circuito (a esta edad Nadal ya llevaba 4 grand slam, con el suizo de “rey”), rodeado de burros viejos, jóvenes promesas y promesas viejas. Y claro, un montón de títulos por ganar. Así que año a año, se dedicó a acumular títulos como el que colecciona cromos repetidos, sin interés alguno por parte de los aficionados ni casi suyo. Y es que el amigo Federer si hay algo que le caracteriza, es que es una vara como tenista. Aburre a las ovejas. Su técnica, tan alabada por sus seguidores, si bien existe, ha convertido sus raquetazos en una especie de nana repetitiva y somnolienta que ni levanta pasiones entre los que vibramos con este deporte, ni Dios que lo crió. Y encima es de esos tenistas que me hincha las narices solucionando momentos complicados con martillazos en el servicio.
Eso sí, los días de gloria del “Expreso suizo” creo que han acabado. El 2008 se ha caracterizado por la explosión de una pléyade de talentos como hacía tiempo no se veía. Los Tsonga, Simón, Gulbis, Murray, junto a Djokovic y por supuesto Nadal, se me antojan mucha competencia para Federer, que este año ha vuelto a hacer valer su hegemonía en Flushing Meadows, por último año, estoy seguro. Ya este año Wimbledon se le torció (se veía venir, tras las dos primeras finales que le ganó a Nadal, la primera en cuatro sets y la segunda en cinco y pidiendo la hora), así como Australia, torneo especialmente curioso por lo abierto de su pronóstico. Y por supuesto en París no tiene nada que hacer mientras Nadal no quiera. Así que me atrevo a decir que el año que viene, y dependiendo, claro, de las lesiones y la evolución de cada tenista, Nadal volverá a ganar en París y probablemente en Wimbledon. El US Open, dependiendo del calendario, podría ser también para Nadal o para Murray, y para Australia apuesto por uno de los jóvenes cachorros. Quizá apuesto también por Murray. Lo siento por Djokovic, pero entre que no me cae del todo bien y que la presión por que se le pase el arroz sin terminar de explotar le puede pasar factura, creo que va a quedarse en otra de tantas eternas promesas.
A Nadal le queda mucho por ganar, pero también es cierto que con 22 añitos, le queda mucho por correr. Los federistas se escudan en que si las lesiones, que si tendrá una carrera deportiva corta, … que si la abuela fuma. Año a año Nadal ha ido derribando mitos que intentaban frenar lo irrefrenable: que es el mejor. Lo de que si era un tenísta sólo valido para tierra ya cayó en Wimbledon. Lo de la carrera deportiva corta… ya veremos. Yo, por ahora, no conozco muchos megacracks del deporte que con 23 años estén para el tiro de gracia. Y Nadal no va a ser uno de ellos. De hecho, el que sí lo está es Federer, con 27.
El tenis de Nadal es de corazón; de riñón. Las bolas se ganan. Todas. Se combina la técnica con la agresividad. Siempre al ataque. Y sobre todo con la cabeza siempre controlada. No se pierde ni un solo punto por falta de concentración. Esa es la clave. A Nadal se le gana por ser mejor, no por estar más concentrado. Y esa es una gran diferencia respecto a los demás. Hoy día entre los grandes deportistas, la actitud es más importante que la aptitud. Y ahí Nadal es también el rey. A Nadal le envejecerán las piernas, como a todos, pero no la cabeza. Y es ahí donde marcará la diferencia. Cuando todos se cansen física y mentalmente, a él sólo las piernas le podrán flaquear. Pero la cabeza seguirá intacta. Y eso es demasiada ventaja.
***********************************************************
3/2/2009
Como puntualización a este post, y una vez terminado el Open de Australia 2009, he de decir que Nadal no deja de sorprenderme. Australia, casi la segunda vivienda de Federer, ha sido devastada por el huracán Nadal. Alucino. La verdad es que no contaba con que ganase este torneo; de hecho siempre pensé que serían Murray o Djokovic quienes se lo llevasen, pero no Nadal. De cualquier manera, he de decir que más allá del resultado deportivo, me quedo con las lágrimas de Federer en la entrega de trofeos. Esas lágrimas que tanto se han bendecido por (por supuesto) los federistas, no son más que un reflejo de la rabia, soberbia y vanidad de un deportista que nunca ha sabido perder, que cuando los resultados deportivos le han acompañado le han permitido mostrar su imagen más caballeresca, pero que si no fuese por las cámaras, probablemente le habría sacudido en la cresta a Nadal con la bandeja de segundo clasificado en el Open.
Y es que no se olvidan aquellos tiempos en los que Federer voceaba como un trastornado y tiraba la raqueta estilo McEnroe cuando fallaba puntos fáciles, hecho por el cual tuvo que tirar de un psicólogo que le encauzase esa mala uva en el puño para atizar a la bola. Durante 5 años, esa faceta "menos elegante" ha estado anestesiada, pero, claro, ha llegado Nadal, y ha sacado lo peor del suizo (aun recuerdo tantos gestos de desaprobación, "fuck off!! incluído" a alguna persona del público que le "distraía" en la final de Wimbledon 2008 o los contínuos absurdos y soberbios reproches al juez de silla de la final de Australia 2009). Ese es el auténtico Roger. El elegante.
Pero ahora no se trata de criticar a Federer, sino de premiar a Nadal. Si es cierto que Nadal se ha propuesto este año el Grand Slam (ganar los 4 grandes), ya no puedo imaginar que no lo consiga. Con 22 años ya lleva 6 grandes, y lo que le queda. Menudo panorama para Federer. Quizá sea mejor que se vaya buscando otro hobbie, o de todo lo malo, que empiece a fumar.