
También he leído que el año que viene el número de declaraciones de concurso de acreedores se va a duplicar. No se si será verdad, pero como sea así, me preocupa seriamente.
Para quienes estamos, como quien dice, empezando a organizar nuestra vida, es preocupante el ver como tu ecosistema profesional se desmorona. Ya, es cierto que más estresante sería que me pillase con 55 tacos. Pero cada uno se queja de lo que le toca. Creo que el año que viene va a ser un año duro. De apretarse el cinturón. De rezar y agachar la cabeza, por lo que pueda pasar. Pero también estoy seguro de que será el año 0 de la economía moderna. Creo que desde el 2010 habrá un resurgimiento de la economía, seguramente basado en otros sectores menos rentables pero sí más sólidos. Menos apalancados en la deuda bancaria pero a la vez más duraderos. Y será el momento de los más listos. De los que se hayan podido tapar de la tormenta a tiempo y sepan correr entre los escombros. Las ruinas de las inmobiliarias seguro que generan nuevos modelos de negocio que habrá que saber aprovechar.
Sinceramente confío en que las telecomunicaciones y todo lo que las rodea van a volver a vivir un periodo de expansión, pero controlada, no como a principios de los 2000. El ladrillo ha sido el gran caballo blanco de las inversiones en este país durante muchos años, incluso décadas. Y la falta de nuevos sectores en los que rentabilizar los cuartos, especialmente con el fracasao de las puntocom, volcó las miradas en un sector rancio y sombrío, pero rentable a patadas. Y ahora que esto ha explotado, hay que volver a mirar al horizonte. Un horizonte en el que ya tan solo quedan las inversiones de nuevo cuño como oportunidades reales: farmacéuticas, biotecnológicas, energías renovables y nuevas tecnologías se ponen en fila como diamantes en bruto a la espera de que las metan mano los que parten el bacalao.
Particularmente, opino que las empresas de telecom serán las ganadoras. Negocios extraordinariamente rentables, no del todo maduros aún, y en plena expansión, son un imán perfecto para quienes han salido escaldados de bancos rescatados, inmobiliarias quebradas y bajos índices de consumo acudirán al calor de negocios en los que el dinero fresco es la materia prima que más se maneja. El internet móvil, aun por explotar, desencadenará una nueva revolución en este mundillo, aun joven, pero que nos ha calado tanto que hoy día nadie sabría vivir sin muchos de los servicios que venden.
Por cierto, y ya hablando de todo. En esta nueva economía, al igual que ganadores, como en cualquier competición, también habrá perdedores. Desde quienes pusieron todos sus huevos en cestas de ladrillos hasta quienes se dejaron seducir por la vorágine inmobiliaria y se especializaron profesionalmente en actividades relacionadas con dicho sector y de difícil reciclaje.
Pero la vida seguirá, y como ha ocurrido recurrentemente a lo largo de la historia, se saldrá hacia delante de mejor o peor manera. La suerte será un factor importante, pero no el único. Los más fuertes se alimentarán de los cadaveres de los más débiles. Ahora tan sólo queda esperar y esperar a estar en el grupo de los listos.
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