miércoles, 10 de diciembre de 2008

El primer día

Hoy me he fijado que una chica que se sienta cerca, está en su primer día de trabajo. Con sólo un vistazo he recordado un montón de cosas. Se la ve contenta, a la vez que algo agobiada, y un poco asustada. Imagino que hoy, todo lo que la pasa por la cabeza, es hacerlo todo bien para que quién confió en ella confirme el acierto en su fichaje. Mesa ordenada, perfectamente arreglada y peinada, atenta con todo el mundo, …
Imagino que, quién más quien menos, todos hemos pasado por nuestro primer día en el trabajo, y sabemos lo que se siente. Nervios, ilusión, algo de agobio, impaciencia, deseo de hacer mucho más de lo que se nos pide, … Es una sensación tan estresante como revitalizante. El sentirse útil es una sensación incomparable. El saber que confían en uno, bien en su talento o en su experiencia, es un sentimiento explosivo.
Aun recuerdo cuando empecé a trabajar, es que estaba igual que esta chica. Por la cabeza galopaba la imagen de mis padres, mis amigos, familiares, etc. que etarían orgullosos de verme moverme en el entorno laboral, más allá de los estudios. Sabía que hiciese lo que hiciese, estarían orgullosos de mí. Todo preparado, la ropa, impoluta, los zapatos, brillantes, la mente, abierta a cualquier sugerencia, la amabilidad, por bandera. Que recuerdos…
Supongo que el paso del tiempo y la rutina borraron el encanto del primer día. Pero eso no importa. Cada día sigue siendo para mí un primer día. Sé que muchos sentimientos me acompañan cada día esté donde esté, y que nunca me dejarán caer. Esté donde esté.

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