martes, 4 de noviembre de 2008

Esa espinita clavada en el corazón

Dicen que el primer amor marca el resto de tu vida. Yo no se si Lo-- fué mi primer amor. Lo que sí sé es que fue la primera tía a por la que me lancé a cuchillo, por lo que no tengo ni idea de si su marca es la que se refiere el dicho. Pero que me marcó, está claro. Ese verano de COU, juerga tras juerga, vida desenfadada, derroche de tiempo, todo a nuestro alcance… Y apareció ella. Esos ojos azules, esa melena rubia, esas peras descomunales… No sé si fue su apariencia o mis hormonas, o las dos cosas mezcladas las que me hicieron tatuármela en el cerebro. Pero no podía dejar de pensar en ella. Deseaba que llegase cualquier momento para salir de noche y encontrármela (era imposible no hacerlo en un pueblo tan pequeño) para continuar con mi labor de minería sentimental. Ahora creo que, conociendo cómo me ven mis amigos, alucinarían con mi actitud, nada disimulada, por otro lado. Pero supongo que entonces me daba igual. Sólo la quería a ella. También recuerdo aquel día con Al--, cuando me recomendó que pasase de ella, que no valía la pena. Madre mía, estaba obcecado…
Ahora, viendo aquel verano desde la distancia, no puedo decir que me alegre que no ocurriese nada (un lío con ella desde luego que lo firmaría ahora) pero creo que en el fondo salí ganando. El tiempo me ha demostrado que ella y yo somos incompatibles, y cuanto más la conozco, más me convenzo. Es más, se a ciencia cierta que si hubiésemos llegado a algo, habría sido un estrepitoso fracaso. Yo, en aquel momento, con la inocencia que siempre me ha caracterizado (y creo que me sigue caracterizando) buscaba una novia formal, seria. Sin tonterías. Yo ahora se que ella… era de otra manera. Me alegro de que todo quedase como está ahora. Amigos, más o menos cercanos, pero amigos. Miedo me da pensar que la frivolidad que el tiempo me ha mostrado que la ha caracterizado siempre, me hubiese herido. Y miedo me da el pensar también el juego que ella siempre me ha ofrecido y que, quizá más por inocencia que por recelo, yo siempre he rechazado. Aún recuerdo cuando me insinuó acercarme más y yo… jajaja, dije que no, y me quedé enfrente de ella. La cara que se la quedó. Pobre… ¿Será por eso que nunca más volvimos a quedar para ir a ningún lado? ¿Quizá ella se tomó aquello como una ofensa y temió que yo jugase a algún otro juego? No lo sé. Me gustaría hablarlo con ella, pero, conociéndola, no la veo agachando las orejas y vomitando sus sentimientos de tantos años. Sólo sé que yo con ella siempre he ido de frente, con sinceridad. Y eso me hace sentir bien.
Últimamente me he enterado (no importa cómo) de que se va a casar. No se si compadecer al novio o felicitarle. Hombre, es extraño que ella siempre dijo que era de relaciones largas y estables, y el último novio serio que tuvo lo dejó hace algo más de un año y medio. No quiero pensar mal. Pero, me huele que… no es sólo el amor lo que la ha convencido. El tiempo dirá. Quien sabe, igual dentro de N años ella y yo estamos juntos. Por primera vez. Porque, yo creo que en cierta medida, conmigo ella también tiene una espina clavada.

1 comentario:

Unknown dijo...

genial, es lo que esta viviendo mi hijo en este momento
visitame
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