lunes, 3 de noviembre de 2008

Aquella aventura de verano

Éramos tan jóvenes… ¿16 o 17 años de media? Pero nos creíamos invencibles, intocables. Verano, vacaciones, tiempo libre, amigos, un entorno perfecto. Y la cafetería era… un objetivo demasiado apetitoso. Helados, bebidas, patatas, … No lo necesitábamos conseguir así, pero… el riesgo nos llamaba. Una fiesta, la noche encubridora, hormonas desbordadas, el plan bien trazado… La anterior incursión fue accidental pero, sin planificarla, salió fetén. La terraza cómplice, la ventana, el único escollo, el culo de Lu--- un imprevisto, la caída de Al--… pudo ser la gran cagada. Dios mío… en realidad fue una inconsciencia. Dejar la ventana en casa de A-- tantos días, la tienda de campaña… nos delataba, y encima, lo de la cámara de los helados, … Ahora, tiempo después, me da miedo pensar qué nos habría pasado si nos hubiesen pillado. Beneficio 1, riesgo 1000. Al mismo tiempo veo que obviamente nadie denunció nada y nadie investigó nada, ya que hasta un ciego habría sabido lo que pasó esa noche. Quizá eso alimentó nuestro ego y nos hizo creer que éramos aun más invencibles. Pero ya da igual. Echamos la carnaza al monstruo que llevábamos dentro y lo dejamos satisfecho… durante un tiempo. Ello nos formó… no se de qué manera, pero no podemos negar que parte de lo que somos en cierta medida quedó condicionado por aquello. Bien por orgullo, bien por culpabilidad, bien por alegría, bien por tristeza. Y nos unió, nos dio cohesión como grupo. Yo me quedo con esto.

No hay comentarios: